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porSebastián Castro

Te propongo algo. Piensa en tu perro. Vamos, que no cuesta, hazlo un segundo. Piensa en tu gato. Cierra los ojos y visualízalo. A tu hamster, tu serpiente, tu cuyi regalón. No importa que animal sea. Piensa en sus ojos, en sus gracias, en la última vez que te hizo enojar. Te aseguro que no pasarán ni diez segundos antes que se te dibuje una sonrisa en la cara.

Y como no hacerlo, si los viste llegar a tu vida, los bautizaste y pudiste ver como fueron aprendiendo cada una de sus maña. Tener una mascota es un compromiso silencioso de cariño que muchas veces lo sellamos sin darnos cuenta, domesticándonos mutuamente. Es justamente en esa especial conexión donde se instaló la adaptación al libro “Cómo Entrenar a Tu Dragón” (2010), presentándonos a Chimuelo, una mezcla perfecta entre can y felino, cuya química con Hipo -su joven dueño- nos hizo recordar a nuestros animales e inevitablemente caer rendidos con el corazón de la historia y sus personajes.

La vuelta de tuerca de la película original es que mientras Hipo se presentaba como un destartalado vikingo, Chimuelo era la raza más mística de los dragones, enemigos naturales de la villa de Berk y terror nocturno de las historias de su pasado. Dreamworks se encargó de montar una aventura de descubrimientos personales, familiares y animales, en una ya clásica fábula que se instala sin problemas al lado de otros clásicos de su competencia, Pixar.

 

En esta secuela, han pasado cinco años desde la primera historia, y su pueblo ha cambiado radicalmente; ahora los dragones son verdaderas mascotas, seres cotidianos e incluso estrellas de su propio deporte. Pero nuestro amigo Hipo nuevamente está en búsqueda de sí mismo, alejado de las obligaciones que le atañe su padre y dedicado completamente a la exploración de nuevas zonas junto a Chimuelo. ¿Qué encontrarán más allá? ¿Cuáles son los secretos que acechan más lejos de Berk?

Mientras la aventura anterior abrazaba el reconocimiento personal, esta vez la moraleja gira en torno a las responsabilidades de sus protagonistas. Con ese tono un poco más adulto, la secuela crece junto con su público y lejos de defraudar, sube la calidad en animación, diseño e historia. ¿Encontrarán al mismo Chimuelo que en el 2010? La verdad es que no. Encontrarán a uno mejor, más adorable y feroz; un compañero que se luce en cada plano que le entregan y que se hace vital para la narración de la saga.

Con un universo que sigue creciendo, éste es el siguiente paso en la épica infantil, llena de ese corazón que tanto le falta al cine de hoy. Un claro recordatorio de que no importa cuanto tiempo pase desde que llegan a tu vida, las mascotas -como las fantasías- siempre se vuelven eternas.

 

CÓMO ENTRENAR A TU DRAGÓN 2

Dirección y guión: Dean DeBlois

Producción: Bonnie Arnold

Música: John Powell.

Duración: 103 min.

Web Oficial: https://www.howtotrainyourdragon.com/