Cuando Balagueró y Paco Plaza filmaron “REC” el año 2007 en España, tal vez no imaginaron que iban a ganar en Sitges los premios de mejor director, actriz y los codiciados premios de la crítica y del público. Tal vez tampoco imaginaron que los atentos y pocos creativos ejecutivos de Hollywood comprarían los derechos de su film y que en menos de que cantara un gallo tendrían su propio flamante remake listo para invadir todas las salas del mundo. El resultado se llama “Cuarentena” (2008) y está dirigido por John Erick Dowdle y cuenta con las actuaciones de la bella Jennifer Carpenter (Ángela Vidal); Jay Hernández (Jake); Steve Harris (Scott Percival); Rade Serbedzija (Yuri Ivanov) y Jonhathon Schaech (George Fletcher), entre otros. Fieles a su política de “Si puedes hacer de nuevo la película ¿Para qué subtitularla no más?”, Hollywwod perpetró su nueva versión de este exitoso film ibérico que se estrena tardíamente en nuestro país.
Jaume Balagueró es un director que ha revitalizado el cine de terror español y se dice que su versión original de REC es muy buena, yo no la he visto, pero sí puedo decir que su remake, “Cuarentena” es un film de terror que funciona y centra todo su poder en un clásico del género, la mirada. ¿Cuáles son los mejores films de terror? Aquellos que insinúan más de lo que muestran, que nos hacen atisbar, sin mirar de frente, el horror que quieren comunicar. Y claro, mamando de films anteriores como “The blair witch project”, y más viejos como “Saló” de Passolini, “Cuarentena” explicita al fin y al cabo lo que todo film nos hace cada vez que vamos al cine, nos condena a mirar lo que la cámara nos muestra dictatorialmente. En este caso se trata de la cámara de un programa televisivo. Con este manido recurso narrativo, la historia se cuenta a través de esta mirada que sitúa al espectador, y a los personajes de la historia, en un mismo nivel. Cuando ellos se enteran de algo, nosotros nos enteramos de algo. Los protagonistas ven y saben lo mismo que nosotros y eso, por cierto, contribuye al suspenso. Abolido el narrador omnisciente, el film se desplaza dosificando la información para aumentar la tensión. Hasta ahí todo bien, con excepción del uso desmedido que hace el director de una cámara exageradamente móvil, como hecha para espectadores con déficit atencional, de esos que en lugar de ver cine, prefieren videoclips de dos horas de duración. La cámara al hombro funciona muy bien como recurso, porque tensiona e inquieta, pero si se utiliza tanto en escenas de presentación, como para secuencias de gran importancia narrativa, pierde eficacia, molesta y se agota rápidamente. Hasta los camarógrafos no profesionales del 11S en Nueva York (y perdonen que use de ejemplo un hecho tan horrible para compararlo con una mera ficción fílmica) tenían mejor pulso que el de “Cuarentena”, sobre todo si tomamos en cuenta que éstos sí estaban grabando muertes horrorosas en tiempo real.
Sin embargo, la historia alcanza momentos inquietantes y puede llegar a asustar con toda la efectividad que un film de terror puede hacerlo hoy, en que los noticieros ya nos muestran mayores horrores día tras día. Interesante resulta cómo el film aborda una vieja idea del zombie come cerebros, en una nueva versión más realista y que le da frescura a una historia que tal vez algún día (desgraciadamente) pueda ser cierta. Ojo con la secuencia final, cuyo desenlace, aunque se adivina mucho antes, funciona muy bien.
En suma, vayan a ver “Cuarentena”, no defrauda, pero si antes quieren ver el film original y lo encuentran increíble, se darán cuenta de lo absurdo de esa costumbre cada vez más usual en las oficinas de Hollywood, cuando un ejecutivo enviado a buscar ideas foráneas golpea, excitado, la puerta de su superior y le dice con la perfecta sonrisa de quién se sabe dueño de una idea que no es suya: “Jefe… tengo una sandía calá”.